Empiezo por lo que tengo más fresco. Como os he contado en el post anterior, recibí una invitación para intervenir en un seminario organizado por una serie de instituciones vinculadas a la formación cinematográfica en ámbito español y latinoamericano (FIA, CIBA y CILECT) y que se celebró en el Centro de Estudios de la Ciudad de la Luz en Alicante. El objetivo del seminario era plantear el debate sobre los retos en la formación de estudiantes de cine ante los cambios propiciados por la digitalización. Me encantaría decir que me vinieron a buscar porque les encanta Betacinema pero me temo que sería falso: lo que entiendo les interesaba era ante todo que asistiera un representante de la UOC para explicar experiencias de aplicación de la metodología virtual en la formación del audiovisual. Ya me está bien.
Así que entre el 18 y el 19 de mayo (el 20 se ha reservado para conclusiones, esto me lo he perdido) representantes de escuelas y también productores procedentes de España, Méjico, Argentina, Uruguay o Brasil debatieron diferentes cuestiones como la relación entre 'cine' y 'audiovisual', convergencia, nuevos modelos de creación y negocio, audiencias, pedagogía y finalmente modelos de escuela, la sesión donde plantee mi ponencia. Mucho interés en afrontar los cambios tecnológicos (y culturales) vinculados a las nuevas tecnologías, aunque desde posiciones bastante encontradas:
Una (que me pareció mayoritaría al menos en el volumen de intervenciones) la definiría como de preservación de unas esencias de lo que debe ser formar el cine, aunque sin rechazar el aprovechamiento de algunas de las ventajas técnicas y metodológicas de lo digital. El cine como producto y experiencia es el cine y lo digital está muy bien pero no aporta tampoco nada radicalmente nuevo que no existiera aunque fuera de forma latente en los experimentos de Coppola o Antonioni a principios de los ochenta o incluso en la época de los Lumiére o la obra de Vertov (cito).
Otra estaría en un punto de mayor apertura a nuevas formas y modelos de creación, producción y distribución, manteniendo como 'líneas rojas' la naturaleza propia del 'oficio' cinematográfico a grandes rasgos, esto es, el trabajo creativo y colectivo de una serie de profesionales competentes y especializados para la creación de un producto que puede ser de muy distinta naturaleza, pero que como 'cine' responde a unos procesos habituales de financiación, desarrollo, producción, postproducción y comercialización/ difusión.
Finalmente otra línea 'tímida' insinuaba si no se debería replantear bajo otros términos lo que significa hacer 'cine', si es que es la palabra adecuada, ante la proliferación de nuevas formas de creatividad en manos de todo tipo de personas y colectivos que utilizan el lenguaje audiovisual de formas a veces innovadoras, a veces patéticas, pero que muestran la existencia de un paso adelante de gran trascendencia en la producción cultural y al cual el cine no es ajeno. Quienes me conozcan un poco pueden imaginar que yo me alineo más con la línea tímida, en una versión que no presupone ninguna exclusión hacia la postura de formación tradicional pero abierta a incorporar nuevas prácticas y pensar menos en términos de exclusividad. En mi intervención intenté mostrar por un lado mi sincero respeto a la segunda postura 'abierta', que en este contexto ya era la verdad bastante rompedora. Y a la vez plantear la evidencia de la existencia de nuevas formas de creación donde se implican a los públicos, donde se utilitzan estrategias de producción y difusión inéditas y que entiendo exigen considerar nuevas competencias a añadir a las ya existentes en las escuelas y las facultades y que permita a los cineastas de hoy mismo valorar la importancia de la implicación de su público en el proceso de creación, el interés de crear contenidos que generen interés y vínculos afectivos en relación al proyecto, flexibilización del copyright, valor de las comunidades de interés, fans, herramientas open source, vídeo con móviles, redes sociales, formas de distribución alternativas, etc. Me gustará ver qué dicen las conclusiones finales, ya os contaré.
Por lo demás, perfecta organización, excelente trato, magnífico hotel y como broche a la jornada, una Kolossal visita a La Ciudad de La Luz. Soy incapaz de recordar datos sobre metros cuadrados, instalaciones, backlots (dos gigantescos espacios al aire libre con gradas, enormes piscinas para escenas acuáticas, uno de ellos con un no menos impresionante pared para chroma) y facilidades mil. Visitamos un plató de más de 2000 metros cuadrados con un aislamiento acústico que ya vale más de lo que llegaré a ganar en varias vidas. Pancho Casal, productor gallego conocido por films como El alquimista impaciente, De Profundis o Concursante, afirmaba que las instalaciones de La Ciudad de la Luz superan en prestaciones incluso a las de los estudios Warner o Paramount, lo que él mismo consideraba un elogio y también una crítica, atendiendo a lo solitario del lugar y lo frenética que había sido su construcción sin considerar escalarlo de forma progresiva a su hipotética rentabilidad. Os dejo con un par de fotos que tomé de las instalaciones de Kodak en La ciudad de la Luz, concretamente de las salas dedicadas a lo fotoquímico (y que combinan, por supuesto, con una completa sección digital, pero me pareció más divertida la de toda la vida, con sus bidones y sus artilugios mecánicos.
jueves, 21 de mayo de 2009
Encuentro Internacional de Formadores de Cineastas en Alicante
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